Bienvenidos a mi blog

La razón de incluir este blog en una web de formación como es identidadymision.com es crear una ocasión continuada de expresar ideas, y de compartir experiencias, que como ser humano, como amigo, como padre, y -en todo caso- como cristiano, he adquirido y acumulado a lo largo de una vida que empieza a ser... dilatada en el tiempo.

¡Ojalá, pueda lograr ese objetivo!

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jueves, 24 de febrero de 2011

UN CONTAGIO...MUY PREOCUPANTE

"Guardaos de la levadura de los fariseos.." (Lc 12,1)....,aquel día los discípulos no Le entendieron... pensaban que se refería al pan, pero el Señor temía que se movieran por las apariencias.



Y es que la mentalidad del mundo es muy contagiosa, lo era entonces... y ahora lo es más;  el ambiente ejerce un poderoso efecto de "configuración" sobre el modo de pensar y sobre la manera de actuar, que obliga a una resistencia activa, a un "nadar contracorriente", a quienes valoran como prioridad su vida de cristianos.


No debemos olvidar que el mundo, como "enemigo del alma", se ha convertido en el imperio de Satanás, y es a él a quien hay que reconocerle el mérito de haber conseguido "copias falsificadas de cristianos", bautizados que afirman profesar la Fe de la Iglesia, que "llevan el cuerpo a Misa", pero que se mueven por razones humanas; que, aparte de tener un "maquillaje de espiritualidad", en nada se distinguen de la gente mundana.


Son aquellos que cifran la felicidad en el bienestar temporal, sintetizado en la consabida frase : " lo que importa es la salud, el dinero y el amor"...
Absolutizan la vida presente, mientras relativizan la vida eterna..., ninguna de sus aspiraciones traspasa la barrera del tiempo.


Han desvirtuado la vocación cristiana, de modo que de la condición de levadura -indispensable para fermentar la masa-  solo conservan una cierta apariencia. Ofrecen un modelo de vida radicalmente incoherente, que no sólo no es atractivo..., sino que resulta repelente.


Esta es la triste situación de buena parte de nuestra Iglesia..., y los que así se comportan, en un gesto de supuesta "coherencia", han decidido "desmaquillarse", y aparecer como lo que son,  hombres y mujeres de mundo, sin aspiración a la trascendencia.


Se trata de una verdadera "enfermedad", que afecta a gran parte de Nuestra Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, y que motivó unas palabras muy duras de S.S. Pablo VI :" La Iglesia parece un cadáver en estado de descomposición...", afortunadamente el Espíritu Santo tiene poder para revitalizar lo que aparece como inviable... ( Ezequiel, 37).


Si la enfermedad es grave...lo más preocupante de ella es que se interpretan como signos de salud...lo que en realidad son síntomas patológicos.


Aunque para el Médico divino ninguna enfermedad es incurable, nada puede hacer ante quien, estando enfermo, no reconoce su enfermedad , y por tanto no experimenta  la necesidad de curarse. Perdido el sentido de la culpa....¿qué justificación puede tener la Redención?...

La confirmación de este diagnóstico es  el lamentable abandono del hábito de la Confesión Sacramental.


Entre los síntomas de la enfermedad del alma, de la que hablamos, podríamos destacar alguno....


Aquel ..."sereis como dioses" (Gen 3,5), que sedujo a nuestros primeros padres, y que está en la base de la "oferta de felicidad" que propone el Maligno, el "mago de la mentira", ha sido asumido, de manera poco consciente,  por muchos bautizados; rota la relación de dependencia con el Creador, el hombre entiende la libertad como autonomía real, como capacidad de diseñar el propio futuro, y se siente propietario exclusivo de "su" vida...., se ha adueñado de lo ajeno, pues somos "de Dios"..., porque Él nos hizo ...(Salmo 100); es nuestro Dueño, eso es lo que significa el nombre de Señor, de "dóminus", dueño.


Se trata de una situación de franca injusticia, de una apropiación indebida, pues siendo "suyos", suyas son las 24 horas de cada uno de "nuestros" días : tiene derecho a disponer de cada minuto del tiempo que nos ha concedido, a que asumamos como propios sus planes.


Quien se considera dueño de su vida, si gasta algo de tiempo en "las cosas de Dios", se atreve a pasarle la factura, convierte a Dios en su acreedor. ¿No fué esa,precisamente, la postura del fariseo de la parábola, que se dirigía, erguido, a Dios?(Lc 18, 9-14),este hombre presumía de su "generosidad" con Dios.


Si nos situamos en la REALIDAD, que en buena parte es invisible, las cosas son al revés: incluso cuando gastamos todo nuestro día en atender a nuestra obligaciones personales, familiares, profesionales, o sociales...nunca podemos jactarnos ante Dios, siempre estaríamos cumpliendo un estricto deber de justicia.


Es la actitud ejemplar de Nuestra Madre,  adolescente de Nazaret, cuando al conocer -a través del Arcangel Gabriel- el proyecto divino para su vida, da por supuesta la propiedad de Dios sobre Ella....,eso significaba la condición de esclava, y compromete todo su tiempo y todo su esfuerzo en un Sí, que encierra una sucesión ininterrumpida de sies, hasta el último instante de su paso por la Tierra.


Hoy urge que muchos en la Iglesia entiendan la libertad en su justo sentido, como capacidad real de aceptar o rechazar el proyecto trazado por Dios, desde la eternidad, para sus vidas.


No nos entrega Dios un "diario en blanco", para que diseñemos nuestro presente y nuestro futuro, al dictado de nuestros gustos y caprichos..., sino que, más bien, pone en nuestras manos un "manual de instrucciones", pormenorizado, que nos indica, paso a paso,  aquello que debemos realizar en cada momento.


Dios no improvisa...., y tampoco se repite A cada uno nos asigna una tarea, nos concede tiempo, y nos dota de las cualidades necesarias para llevarla a término...., pero Él nunca nos impone su Voluntad, sólo nos la propone..., encontrando el modo de dárnosla a conocer.


Esa es la grandeza de nuestra condición humana, la de ser la única criatura visible que tiene en sus manos su propio destino, lo cual es un rasgo distintivo de la divinidad.


Asumir como propio el proyecto de nuestro Padre Dios para nuestra vida, no sólo no anula nuestra libertad..., sino que es condición de verdadera libertad, de la libertad propia de los hijos de Dios.

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